miércoles, 3 de marzo de 2010

.En Círculos

…crepúsculo, el hado se reía vilmente.

Agonizaba, me perdía en historias de dibujos y licores. Involucraba gente que a través del tiempo influyeron en la formación de mi ruin persona. Una letra, un poema, un dibujo.

Fumando ya lo último del cigarrillo me hundí en la profundidad de un suspiro. Adormecido, caí en sueño. Un sueño vacío, un sueño blanco. Aquél me llevó a otro y luego a otro. Multiplicación. En la repetición de éstos se me presentó una figura irreconocible. La misma se extendió por todo el resto.

Confundido entre cientos de sueños y recuerdos, me desmayé. Lo siguiente fueron ruidos, voces, reiteradas melodías que hicieron que vuelva a levantarme desolado. Aturdido por la diversidad de situaciones intenté gritar, pero no me escuché, nadie parecía hacerlo. Vacuidad. Grité nuevamente, ésta vez por un determinado lapso. No sé con exactitud lo que pasó pero comencé a despertar paulatinamente de lo los extraños sueños. Las voces y figuras se fueron desvaneciendo, hasta encontrarme nuevamente en el sueño primero, frente a frente con su sombra. Un silencio ensordecedor cautivó la escena. Me inquietaba su presencia, decidí acercarme, al estar próximo se alejó rápidamente. Opté, por ende, mantener distancia y permanecer en silencio, actitud que pareció molestarle.

La noche fue acarreada por las horas y en la aparición del alba se rompió la quietud. Nació un sonido que al principio fue irritable pero luego de un rato…tortuoso.

Pasó un tiempo cuando logré distinguir aquel bullicio, era una risa, una risa proveniente de la efigie. Ésta fue develando la identidad de la figura. Logré divisar lentamente la apariencia de un anciano, arrugado y enmarañado. Seguía riendo. Al adosarme me horroricé, tropecé y aterricé en mis rodillas afligido por lo que veía.

Me observaba a mí mismo riendo entre dientes y blanca barba. El reflejo en esos añejos ojos que observaba ya no era el mío sino el de alguien conmovido por mi risa que caía rendido sobre sus rodillas.

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