lunes, 8 de febrero de 2010

.Por Vos: loco

Cuando desperté vos ya te habías ido. Girábamos entre sueños y sábanas con aroma a vos. Pero ya te habías ido.

Despreocupado lavé mis cuerpos y caras. Completamente desnudo volví a despertar, onírico, luego de una hora. Salí con mi ropa blanca de trabajo, una hermosa camisa blanca –confieso que a veces aquella camisa era algo inquietante-.

Al pasar saludé a algunos compañeros, algunos sonrientes otros no. Seguí mi rumbo. Cuando me arrimaba al taller me acordé de vos; tu pelo enroscado en tu vientre altanero. Decidí dibujarlo, tomé una carbonilla y delineé los primeros trazos. Sin borrar en mi mente pero sí en aquella hoja. Aburrido y cansado de tu silueta me hice a un lado a fumar un cigarrillo mientras vos te cubrías los pechos sin siquiera mirarme; sin siquiera molestarte. Caí en sueño con la esperanza de despertar junto a vos. El bosquejo mediocre estaba casi listo antes de que lo desgarrara vilmente. Estaba furioso, descarriado. Corrí en busca de vos, pregunté por vos, grité por vos; pero nadie parecía haberte visto. Mi euforia seguía encendida, una locura apasionada me empujaba en esta carrera contra vos.

Cuando te encontré, en el baño, mirándome, riéndote de manera pícara, reflejando algo que en realidad no era, tomé el primer objeto que encontré –no recuerdo bien que era- y sin dudarlo te golpeé fuertemente, sin clemencia hasta que te desplomaras. Justo antes de que cerrara los ojos ellos entraban en busca de vos.

Luego de un tiempo indefinido de inconciencia amanecí anestesiado de dolor y con moretones a causa de los golpes. Desperté solo y con la camisa blanca puesta, listo para ir a trabajar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario